
Era firme y dialogante en su trato. Gozaba disputando sobre temas de actualidad. Disfrutaba en las reuniones y fiestas. Eso sí: le gustaba tener y pronunciar la última palabra de cada tema.
Vivió una infancia que le dio firmeza. Se simbolizó realzando su pueblo de origen, que era el ourensano Pereira de Montes. Había que estudiar y saber. Se apetecía ser el número uno o, por lo menos, parecerlo. Sus cosas `personales debían quedar siempre a salvo, porque en principio “siempre tenía razón”. Era su estilo peculiar en los años treinta, como colegial en San Antonio de Herbón y testigo de los encantos de las Rías Baixas.
El primer año de su protagonismo fue 1941. Era novicio del dulce maestro Fray Jesús García. Realzaba su estatura y su manera de hablar. Lo cifraba todo en una Liturgia Coral bien llevada solemnizada por la Schola Cantorum de San Francisco de Santiago. En un clima de serenidad se deslizaba por los claustros de San Francisco de Santiago, camino del coro, de la Iglesia o de las rúas compostelanas en las que los novicios cantaban sus responsorios.
Desde 1942 se sentía cabo de una pequeña milicia acuartelada en el convento de Canedo. Era la hora de los primeros remates: de lenguas clásicas; de ciencias, de Música figurada y gregoriana y de materias filosóficas. Corrió así un bienio (1942- 1944). Tuvo guías y maestros que le apreciaron: José Costoya Garea, cultivador de las Ciencias; Buenaventura Salazar, humanista; Juan Manuel Martínez, el filósofo; Cándido Abellás, escritor espiritualista. Apenas imaginará que en este huerto de Canedo y a la sombra de la Picaraza correrán sus años floridos de Profesor de Filosofía en San Diego de Canedo (Ponteareas.).
En 1944 cerraba la vida paradisíaca vivida junto a la Cruz de la Picaraña. Regresaba a San Francisco de Santiago para rematar sus estudios filosóficos e internarse en el árbol de temas y materias que llevaban a la clerecía. Serán los cinco años últimos de su andanza estudiantil (1945- 1949). Sigue un camino de cierta firmeza en el que no faltan desafíos: al magisterio compulsivo de los maestros; a las pretensiones de infalibilidad de los profesores; a la grandeza que parecen relucir ciertos frailes. Lo importante es el remate. El 22 de mayo de 1949, Manuel Rodríguez Outumuro se ordena de Cura. Ya es cura ante la mirada reverente de la gente; ya puede hablar con firmeza e incluso sentenciar; incluso podrá soñar con pertenecer a la plantilla de los más sabios y orientarse hacia los estudios universitarios,
En efecto, no tarda en haber destinos y asignaciones que prometem futuro. Rodríguez Outumuro partirá para Roma a hacer la carrera de Filosofía en la Universidad Antonianum. Son tres años de entreno tras los cuales regresará a su tierra gallega con aires de maestro. Maestro y docto en las ciencias filosóficas pero también sabio dialogante. Para ello hay que optar por un padrino sabio. En el caso de Outumuro será adherirse al misterio de Ortega y Gasset.
Así comparece Rodríguez Outumuro adornado con su currículo y su magisterio, ocupando las sillas magisteriales en Vigo, Santiago y Salamanca. Un largo y vigoroso itinerario que sus amigos siempre quisieron enmarcar. Ultimanente un tanto reducido a su esfera parroquial tudense, sabrá dejando con calma su macuto cultural y decir a Dios a los muchos alumnos y colegas que le amenizaron la vida.
BIBLIOGRAFIA
Manuel Rodríguez Outumuro sintió una fuerte llamada al cultivo de la pluma. Ante todo se hizo presente discretamente en las revistas de la Orden Franciscana en España, que eran por entonces "El Liceo Franciscano", publicada en Santiago de Compostela, y "Verdad y Vida", editada en Madrid. Por lo general se mantuvo a un nivel divulgativo, excepto en los temas filosóficos en los que demostraba competencia y gran sentido de los temas. Los contenidos de estas publicaciones estaban sugeridos preferentemente por efemérides y personajes de especial atracción. Cabe citar los siguientes estudios:
---El P. Lerchundi, propulsor de los intereses misioneros y patrióticos en Marruecos, LF 1(1948)40-43;109-115.
---El P. Ramírez enjuicia la Filosofía de Ortega, VV 17(1969) 301-312;
---Marechal en España. El punto de partida de la Metafísica; VV 18 (1960)163-170,341- 349;
---El Tomismo ante la Filosofía crítica, VV 18(1960)495-511;
---Simplicidad e inmutabilidad divina, según Escoto, VV 20(1962) 619- 642.